_volver a vestirnos de naturaleza

_volver a vestirnos de naturaleza

Mariela Constant cree en la posibilidad de un mundo mejor, en la utopía de un destino más humano, integrado y feliz. Siente la injusticia social, con la consecuente ramificación en la violencia. Piensa con preocupación en “niños que trabajan desde muy pequeños en la calle, cuando deberían estar jugando calentitos y acompañados”.

En semejante marco social, ¿quién no está afectado por la violencia y la soledad? “Nos sentimos solos, inseguros (sin piso firme), aislados, endurecidos, enojados, vencidos sin saber qué hacer, a dónde ir”, dice Constant.

En sus visiones plásticas, sin embargo, despunta una salida: volver a conectarnos con nuestras raíces más profundas –naturales- pues que allí habita la verdad. Es preciso volver a la tierra, apegarnos a ella, asentarnos en ella para sentir su piso firme. Así podremos recuperar un territorio que nos pertenece, nuestro territorio.

La tarea no será fácil en un mundo súper tecnológico de relaciones racionalmente mediatizadas y virtuales izadas. No obstante, la artista parece decirnos que vale la pena intentarlo. Vale la pena volver a sentir que la naturaleza es nuestra primera casa, nuestro primer abrigo. Como si fuera la primera vez, es preciso volver a gozar del olor a la tierra mojada, de la frescura del aire que respiramos y es fuente de vida.

Por todo ello, con maternal paciencia, Constant teje mantas de lana y musgo para que sean nuestro principal abrigo, para que al vestirnos imaginariamente con ellas nuestro cuerpo vuelva a sentir sus raíces y para que nuestro espíritu pueda reconstruir el mundo con los valores que perdió.

Ética y estética vuelven a marchar por el mismo camino. Y lo hacen esta vez con paso firme, decidido.

Elena Oliveras

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